En la muerte no somos todos iguales


Casi han coincidido dos fallecimientos ilustres que han dejado dos estampas muy diferentes. Una, teñida de antipatía, la de Francisco Umbral , y la otra vestida de tragedia, la de Antonio Puerta.
En el caso del futbolista, la despedida ha sido casi mesiánica, propia de un espectáculo tan cercano al sentimiento religioso como es el fútbol. La repentina marcha de este chaval de 22 años ha recordado lo antinatural de una muerte tan temprana y seguro que ha sido una de las razones por las que se le ha despedido tan efusivamente. Eso, y que el chaval, era querido.
Si hablamos del escritor, no encontramos ese tópico de "excelente ... y mejor persona" porque la realidad no era esa. La realidad es que su fama como escritor no se correspondía con su carácter antipático y al final la gente no se ha quedado con el nombre de ninguna de sus obras, sino con el famoso "he venido aquí a hablar de mi libro" en el programa de Mercedes Milá.
La tragedia suele unir a enemigos irreconciliables, así hemos visto al Betis hermanarse con su rival. Suele traer minutos de silencio y homenajes, como el que rendirá el Real Madrid suspendiendo su Trofeo Bernabeu o el del Schalke 04, rival europeo en la Copa de la UEFA al que Puerta dejó fuera de la final con un gol suyo, que le rendirá homenaje antes de su partido del viernes. Todo esto honra a quienes homenajean pero sobre todo, hablan muy bien del homenajeado.
El orgullo de ser despedido así es un camino que hay que ir haciendo cada día y que no todos han asfaltado. Unos se van por la puerta grande y otros por la puerta de atrás, porque en la muerte no todos somos iguales.

Descansen en paz

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