La ciencia: una carrera de obstáculos

Esta mañana he leído en el diario Público dos reportajes que me parece que tienen cierta conexión. En el primero de ellos se habla de la generación "ni-ni". Confieso que era la primera vez que oía el término pero reconozco lo que se cuenta en el artículo: aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan porque "en casa se vive muy bien". El segundo artículo cuenta la experiencia de tres "precarios de oro" y su opinión sobre la futura Ley de Ciencia que quiere sacar el Gobierno adelante.


Aparentemente ambas noticias no tienen nada en común pero tal vez por tratarse de un tema que me toca de cerca les he visto cierta conexión. ¿Será tal vez que los jóvenes no se ven motivados a continuar sus estudios para acabar siendo unos precarios (aunque sea de oro)? ¿Será que quien tiene ciertas inquietudes científicas no quiere acabar mendigando becas hasta cumplir los 40? Es cierto que pocos de los llamados "ni-ni" serán científicos vocacionales pero a mi me gusta centrarme en las minorías. En mi minoría.


Como hacen los precarios en el reportaje de Público os relataré mi viaje científico. Acabada la Selectividad no sabía exactamente a qué me quería dedicar aunque sabía que me atraía la ciencia. Más concretamente me intrigaba el funcionamiento del cuerpo humano: cómo las moléculas parecían ser guiadas a través de tuberías que las conducían a "centros de reacción" donde construían ladrillo a ladrillo lo que conocemos como ser humano. 


Todos habréis adivinado a estas alturas que mi futuro se vería encaminado hacia la química. Algunos habréis sido más concretos y habréis pensado en la bioquímica. Pues bien, ahí llegó mi primera decisión profesional. ¿Qué salidas profesionales ofrecía la carrera de bioquímico? Profesor de secundaria y becario de investigación. No muy atractivas, ¿verdad? ¿Qué había en el mercado universitario que tuviese algo más de futuro? Había un titulillo por ahí que se llamaba Ingeniería Química y que, aunque no hablaba del ser humano, hablaba de las moléculas y los centros de reacción. Ofrecía (a priori) la posibilidad de investigar pero también tenía salidas hacia la más pragmática industria.


Así que emprendí el camino de la Ingeniería Química. Tras 3 años de carrera decidí cambiar de aires e irme a Glasgow a vivir una experiencia Erasmus. Pero el mío no fue un Erasmus típico. Se me ofreció hacer el último curso completo de Química (proyecto fin de carrera incluido) optando a obtener el título por aquella universidad. Después de 9 meses, conseguí mi diploma y gracias a un proyecto final de una calidad más o menos aceptable, se me abrieron las puertas de doctorados en el Reino Unido. Sin embargo, como aún tenía 2 largos años de estudio en España, volví a casa.


Cuando concluí esos dos años, y teniendo acabadas las asignaturas, debía comenzar mi proyecto final de carrera en España. Pero a la vez comencé a participar en la investigación en uno de los departamentos. Me picaba la curiosidad de cómo sería la investigación en la "vida real". Gracias a una jefa eficiente y a la que le gustaba su trabajo, el virus de la investigación me contaminó y solicité una de esas becas del CSIC para estudiantes de último año de carrera. Obviamente, dado que el número de becas era limitadísimo, no conseguí entrar el organismo científico español por excelencia.


Simultaneé mi proyecto fin de carrera con la investigación y con un plan de empresa para premio de Nuevas Ideas Empresariales. Fui cerrando capítulos durante dos años y de nuevo se abrieron nuevas puertas profesionales. Acabada definitivamente la carrera y tras dos años investigando, debía decidir hacia dónde me quería orientar profesionalmente. 


Entonces entró en consideración la situación de mis compañeros doctorandos en España. Gente con familia y pisos y coches que pagar, se veían con sueldos de menos de 1000 euros para pasar el mes. Podría haberse tratado de una "inversión de futuro". Pero el futuro no auguraba nada mejor. La consecución de plazas estables en la universidad era algo menos que imposible y siempre implicaba la docencia. ¿Es que uno no puede dedicarse simplemente a investigar? ¿Es que no hay empresas privadas que fomenten la investigación y contraten doctores para fomentar la innovación? preguntaba yo. La respuesta realista a ambas preguntas era no.


Se me ofrecieron algunos doctorados en España. La oferta es mucho mayor que la demanda de modo que quien quiera embarcarse en esa aventura lo tiene fácil para coger ese tren. Sin embargo, ese no era mi tren. Mi tren reclamaba algo más para el futuro. Y eso sólo me lo podía ofrecer el extranjero. Como comenta uno de los precarios de oro en el reportaje, es triste no poder retribuir a tu país lo que éste se ha gastado en tu educación pero la ciencia no sé hace por amor al arte.


La ciencia debe ser el motor de un país y ese motor no se puede construir con personas que no se ven retribuidas suficientemente. Los engranajes no pueden basarse en becas temporales que no ofrecen estabilidad a medio plazo. El desarrollo científico es una carrera de larga distancia en la que el ganador no debería ser quién más sufre para llegar al final sino quien llega con una sonrisa a la meta habiendo disfrutado de la experiencia. 


Es por eso que la nueva Ley de la Ciencia es necesaria. Debe ser un acicate para que aquellos que ni estudian ni trabajan vean que el estudio merece la pena. Que llegar a ser científico no es una quimera sino una profesión de futuro y para el futuro. Porque la motivación es muchas veces el mejor de los alimentos.

6 comentarios:

Morning Star dijo...

Está claro que la ciencia en España necesita de algunos arreglos. A parte de sueldos, condiciones laborales y eso de tener que pasar por la docencia, hay algunas cosillas que modificar. Últimamente la cosa está cambiando, pero bueno, que poc a poc...

Pero, además, creo que los jóvenes estudiantes de ahora (o al menos a mí me pasó en su día) no consideran la investigación como una salida profesional. Trabajos en principio más "prácticos" suelen resultar más atractivos y quizás eso contribuya a que la situación de los investigadores no acabe de mejorar.

Raúl Velasco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Raúl Velasco dijo...

A propósito del tema de las becas hoy viene en Público una noticia interesante.
Además, surge otro tema jugoso. El número de becas ha aumentado con Zapatero pero, ¿no sería mejor que esas becas fuesen contratos? Si necesitamos cotizar 30 años a la Seguridad Social habría que empezar pronto... Y al fin y al cabo, la investigación es un trabajo "como otro cualquiera".

Àngels dijo...

Comentas que "la ciencia debe ser el motor de un país...", pero... y que pasa cuando el país ha basado su desarrollo en la construcción y el ladrillo y ha ido colocando una a una las piedras que han acabado de hundir la propia idustria?
Se ha olvidado al resto de sectores y, ahora, sólo se les ayuda cuando ya no hay nada que hacer, cuando no hay solución... (ej. las ayudas al textil).
Hay territorios en los que sólo se invierte en turismo y construcción (y construcción asociada al turismo, con lo que ya me dirás). Territorios en los que una industria madura agoniza, los emprendedores marchan y los futuros científicos huyen buscando algo mejor...
El panorama, pues nada alentador.

Raúl Velasco dijo...

Àngels, lo que pasa es que nos dejamos cegar por los fajos de billetes que llovían para todo el mundo gracias al boom inmobiliario.

Los gobiernos (tanto el del PP como el del PSOE) veían como sus maravillosas cifras macroeconómicas crecían casi exponencialmente. Cuando las cosas van bien, mejor no tocar nada, ¿no?

Pues no. Porque este ha sido un buen ejemplo de tener pan para hoy y hambre para mañana. Una cruda muestra de que el capitalismo es insostenible.

Y ahora vienen los "uyuyuys" y los "madres mías" cuando la burbuja ha explotado. Y nos ha explotado en la cara: el año que viene seguiremos con crecimiento negativo en el omnipresente PIB.

El problema que yo veo es que la inversión en ciencia debe ser a largo plazo y la inestabilidad política en España (ningún partido puede durar más de dos legislaturas) y las crisis económicas cada 10 años hacen realmente difícil una política continuista en este sentido.

Àngels dijo...

Ni en este ni en ninguno, Rave, porque nuestros iluminados políticos sólo se preocupan de salir HOY en la foto... y nosotros, los ciudadanos, los que cada 4 años supuestamente tenemos el poder de verdad, mirando a otro lado o presumiendo de lo bien que salen "los nuestros" en cada foto que se hacen. Siendo incapacez de cuestionar nada, de preguntarnos si realmente es necesario, está bien o qué hay detrás.