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Twitter tiene su gracia

Algunas personas me han dicho últimamente que no le ven la gracia a Twitter, que no entienden por qué es tan popular. La verdad es que yo me creé una cuenta hace años y después de un par de días investigando llegué a la misma conclusión: aquello no era para mi. Parecía que era otra herramienta más para que la gente contara lo que había comido.


Pero al igual que pasa con los blogs, el interés de Twitter depende mucho de la gente con la que interactúes. De hecho, creo que la interactividad de Twitter es la clave de su éxito y pienso que se pueden encontrar cosas muy interesantes si sigues a las personas adecuadas.
Así, por ejemplo, yo en mi timeline (en jerga twittera: personas a la que sigo) tengo un repertorio muy variado:


Como veis las opciones son casi ilimitadas. El único límite son los 140 caracteres de cada twitt. ¿Por qué no lo probáis? ¡Engancha!

PD: Creo que sólo me queda una de mis pasiones por cubrir en Twitter: la música. ¿Me recomendáis interesantes twitteros melómanos?

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La emigración es mala, la inmigración es buena

Después de otro titular polémico, me explicaré. Últimamente no hago más que encontrarme ejemplos de que la emigración es negativa. Y digo emigración y no inmigración. Detalle importante.


Por ejemplo, todos esos inmigrantes que arriban a España en busca de algo mejor deberían ver el filme colombiano "Paraíso Travel". En esta película se relatan las desventuras de una pareja de paisas (nativos de Antioquia, para quien no lo supiera) que viajan hacia Estados Unidos a la búsqueda del famoso "sueño americano". En un momento de la película, el protagonista dice: "Yo en Colombia no era rico, pero tampoco tan pobre como aquí". Yo tengo la sensación de que esa misma decepción debe ser lo que sientan muchos de los subsaharianos que llegan a España persiguiendo el "sueño europeo".

Otra versión de esta emigración perra se relata en "Las uvas de la ira" de John Steinbeck. En ese caso, la emigración es aún más forzosa ya que los campesinos protagonistas del libro se ven desposeídos de sus tierras en la trágica época posterior al crack del 29. Aquí, los emigrantes se ven despreciados (¡malditos okies!) por sus mismos compatriotas y forzados a trabajar por salarios miserables. En tiempos de crisis, cuando el hambre aprieta, se olvida la dignidad y se prefiere un trozo de carne. ¿Ocurriría lo mismo en tu propia casa?


Luego tenemos la emigración política. Esa que sufrieron los españoles que por sus ideas debieron migrar hacia Francia, Alemania o México, entre otros, y que tan bien relata Almudena Grandes en su "El corazón helado". Ese largo viaje que ha quedado en la memoria de nuestros abuelos y que relatan con una mezcla de melancolía, amargura y orgullo.


Si además juntamos a todos estos sentimientos negativos, el odio a lo diferente de los supuestos huéspedes, ¿qué podemos sacar de positivo de esta experiencia? 


Tal vez el orgullo de ayudar a levantar países en quiebra o tal vez el reconocimiento recibido tras demostrar que los inmigrantes no son monstruos sino personas normales. Tal vez es hora de reconocer que la inmigración no es sólo necesaria sino positiva para un país. Como es hora de dejar que los emigrantes se sientan extraños en nuestra casa, en su nueva casa. 


A ver si entendemos que alguien que no habla nuestra lengua no es tonto sino que necesita tiempo para aprenderla. A ver si entendemos que porque alguien lleve un pañuelo en la cabeza o tenga la barba larga, no es un terrorista. A ver si nos damos cuenta de que muy probablemente seremos emigrantes alguna vez en nuestra vida y no nos gustaría arrepentirnos de serlo.