Por ejemplo, todos esos inmigrantes que arriban a España en busca de algo mejor deberían ver el filme colombiano "Paraíso Travel". En esta película se relatan las desventuras de una pareja de paisas (nativos de Antioquia, para quien no lo supiera) que viajan hacia Estados Unidos a la búsqueda del famoso "sueño americano". En un momento de la película, el protagonista dice: "Yo en Colombia no era rico, pero tampoco tan pobre como aquí". Yo tengo la sensación de que esa misma decepción debe ser lo que sientan muchos de los subsaharianos que llegan a España persiguiendo el "sueño europeo".
Luego tenemos la emigración política. Esa que sufrieron los españoles que por sus ideas debieron migrar hacia Francia, Alemania o México, entre otros, y que tan bien relata Almudena Grandes en su "El corazón helado". Ese largo viaje que ha quedado en la memoria de nuestros abuelos y que relatan con una mezcla de melancolía, amargura y orgullo.
Si además juntamos a todos estos sentimientos negativos, el odio a lo diferente de los supuestos huéspedes, ¿qué podemos sacar de positivo de esta experiencia?
Tal vez el orgullo de ayudar a levantar países en quiebra o tal vez el reconocimiento recibido tras demostrar que los inmigrantes no son monstruos sino personas normales. Tal vez es hora de reconocer que la inmigración no es sólo necesaria sino positiva para un país. Como es hora de dejar que los emigrantes se sientan extraños en nuestra casa, en su nueva casa.
A ver si entendemos que alguien que no habla nuestra lengua no es tonto sino que necesita tiempo para aprenderla. A ver si entendemos que porque alguien lleve un pañuelo en la cabeza o tenga la barba larga, no es un terrorista. A ver si nos damos cuenta de que muy probablemente seremos emigrantes alguna vez en nuestra vida y no nos gustaría arrepentirnos de serlo.