Tras la digestión de los resultados electorales de ayer, me queda la impresión de que hemos perdido todos. ¿Por qué?
- Porque sigue existiendo un voto borreguil con el que se apuesta por el "dejemos las cosas como están" y por el que Comunidades Autónomas como Castilla y León (PP) o Castilla-La Mancha (PSOE) seguirán manteniendo gobiernos que llevan 20 años en el poder. El cambio es progreso aunque muchos no quieran aceptarlo.
- Porque las minorías siguen siendo menospreciadas por esta ley electoral que sólo otorga representación a aquellos grupos con más de un 5 % de los votos. Por esta razón, por ejemplo, Alicante tendrá que ser regido únicamente por los dos partidos mayoritarios cuando el 13 % del electorado ha elegido diferentes opciones políticas.
- Porque la corrupción no se ve castigada a tenor de los resultados en lugares como Castellón, Andratx, Torrevieja o Ibiza. Parece ser que hasta que no vengan los ediles a robarnos a nuestras propias casas no reaccionaremos.
- Porque la participación ha sido baja en el conjunto del país (63,78 %) cuando no ha sido muy baja: sólo el 53,80 % de los catalanes han ido a votar. Parece que la crispación creada por la problemática irreal del Estatuto ha hecho mella en el ánimo de los catalanes.
- Porque ANV ha conseguido proporcionalmente los mismos votos que conseguían sus predecesores abertzales. Con lo que el problema sigue encima de la mesa y con los interlocutores de la banda encumbrados como mártires de la democracia.
- Porque pase lo que pase, los partidos seguirán diciendo que han ganado.