
Una institución que trata a sus militantes como borregos diciéndoles lo que deben creer, que está anclada en el más profundo anacronismo y que hace oídos sordos a las abominables declaraciones de uno de sus miembros (nunca mejor dicho) sobre los abusos a menores, no se merece tener tanta audiencia y mucho menos, la callada connivencia del Gobierno que sigue sin dar una contundente respuesta a tales provocaciones.