La mancha humana

Ya me he topado con el primer libro que no me ha gustado de los 25 que me he propuesto leer este año. Esto ha hecho sin duda que me haya retrasado algo en mi objetivo de leer un libro cada dos semanas. Ya vendrán tiempos mejores.

Contraportada: el resumen oficial

Durante el turbulento verano del escándalo Lewinsky, Coleman Silk, decano de universidad, ve cómo su reputación y su carrera se arruinan por decir una expresión poco afortunada en un momento inoportuno. La fiebre de lo políticamente correcto -la nueva caza de brujas en EEUU- desata, a partir de una sola frase, consecuencias devastadoras.
Pero la verdad acerca de Silk desarmaría las acusaciones más virulentas. Es un secreto que guarda desde hace años y que no conocen ni su mujer, ni sus cuatro hijos, ni sus colegas, ni sus amigos.

Mi humilde opinión

Creo haberlo comentado con anterioridad y si no lo he hecho, aprovecho para hacerlo ahora: para que un libro me guste debe saber combinar un argumento interesante, una estructura bien planteada y un lenguaje claro pero no simple. La mancha humana cumple dos de estas premisas pero falla en una de ellas.
La persecución a la que se ve sometido el protagonista hace el argumento bastante interesante, mucho más teniendo en cuenta el "secreto" que ya nos desvela la contraportada pero que no será descubierto al lector hasta el momento oportuno. Muestra cómo una frase sacada de contexto puede ser tergiversada hasta extremos imposibles, sobre todo cuando ofende la sensibilidad de los amantes de lo políticamente correcto.
En EEUU y tras años de represión que quieren ser dejados atrás, el racismo constituye uno de esos anatemas que deben ser perseguidos ferozmente por los guardianes de la moral pública. Incluso en aquellos casos en los que no hay intención de ofender, como le ocurrió al decano Silk en la novela o, utilizando un ejemplo más de andar por casa, a Luis Aragonés en su polémica con Thierry Henry, ¿os acordáis?
El aspecto de la estructura también está bien resuelto por Roth ya que, a pesar de utilizar las tradicionales reglas de introducción-nudo-desenlace con algún que otro flashback, el lector nunca se pierde en marañas de personajes o en complicados tejemanejes temporales.
Deduciréis por tanto que el defecto de la novela se encuentra en el lenguaje. Roth utiliza frases largas y farragosas con exceso de subordinación que, a mi modo de ver, rompen el ritmo de lo que podría haber sido una novela de acción. No dejan al lector subirse al tren de la indignación por la injusticia cometida y cabalgar en busca de "los malos", sino que le aletarga en la poltrona de aquel que reconoce el dolor ajeno pero no se ve conmovido por el mismo.
Por el extraordinario reconocimiento que este autor tiene entre personas reconocidas y anónimas que me merecen respeto literariamente hablando, le daré una segunda oportunidad a Roth. Tal vez acudiendo a su lectura sin unas expectativas tan optimistas, la experiencia sea más placentera. Pero eso tendrá que ser en 2009...

Próxima lectura: El gran silencio de David Torres

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